Aprender de los errores
Fracasos y errores
En este artículo, Jonas Dahl y Andreas Werr describen cómo las organizaciones pueden aprender de sus errores. Pero aunque muchos fracasos son oportunidades para aprender, animar a la gente a compartir sus fracasos es más fácil de decir que de hacer. Los autores dan sugerencias sobre cómo hacerlo.
Aunque la mayoría de las organizaciones defienden la idea de que los fracasos son inevitables y deben aprovecharse como una oportunidad de aprendizaje, la actuación de las organizaciones y los directivos suele enviar el mensaje contrario. En un estudio sobre las actitudes y reacciones de los directivos ante los fracasos, Amy Edmondson (1) descubrió que, aunque los directivos sólo veían el 2-5% de los fracasos cometidos en sus organizaciones como fracasos “malos” que merecían ser castigados, el 70-90% de los fracasos eran realmente tratados como “malos” y castigados de diferentes maneras.
Los fracasos, definidos como “decisiones y comportamientos de los individuos que 1) dan lugar a un desfase indeseable entre un estado esperado y uno real y 2) pueden provocar consecuencias negativas reales o potenciales para el funcionamiento de la organización que podrían haberse evitado” (2), son un aspecto natural del trabajo, especialmente en el contexto de la innovación y de la gestión de los problemas desconocidos que conlleva una crisis. Y los fracasos pueden tener cualidades muy diferentes. Como señala Amy Edmondson (1), los fracasos pueden ir desde los culpables (por ejemplo, fracasos deliberados) hasta los elogiosos (fracasos que inducen un aprendizaje profundo). Estos últimos son los que nos interesan aquí.
Aprender de los errores ejemplos de la historia
¿Alguna vez se ha dicho: “No volveré a hacer eso”, sólo para encontrarse haciendo exactamente lo mismo poco tiempo después? Si es así, no es el único. Es probable que todos hayamos repetido alguno de nuestros errores en algún momento.
Pero cometer los mismos errores una y otra vez puede ser costoso en más de un sentido. Tal vez su equipo haya perdido la confianza en usted porque su comportamiento no se corresponde con sus palabras. O tal vez sus errores le han costado a usted o a otra persona mucho dinero.
Antes de poder aprender de tus errores, tienes que aceptar la plena responsabilidad de tu papel en el resultado. Esto puede resultar incómodo a veces, pero hasta que no puedas decir “he metido la pata”, no estarás preparado para cambiar.
Tanto si encuentras un compañero para rendir cuentas como si haces un seguimiento de tu progreso en un calendario, encuentra una forma de rendir cuentas. Ten en cuenta que lo que funciona para una persona puede no funcionar con otra.
Como psicoterapeuta, he trabajado con personas que han encontrado formas creativas de ser más disciplinadas. Una vez trabajé con una mujer que se salía del presupuesto todos los meses porque compraba por Internet hasta tarde cada vez que se aburría.
Errores profesionales
CanvasContacto¿Preparado para iniciar su cambio de cultura? Póngase en contacto y transforme su cultura hoy mismo.Reserve una llamadaAsista a un tallerPóngase en contacto mediante el siguiente formulario y le responderemos lo antes posible. Apreciamos su interés.¡Gracias! Hemos recibido su solicitud. Algo ha ido mal al enviar el formulario.
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Por qué las empresas no aprenden de los errores: no saben distinguir las minas de oro de las chapuzasLos errores y el aprendizaje van de la mano: no puede haber uno sin el otro. Anime a la gente a fracasar de forma inteligente, no sólo rápida.Compartir en
Cometo errores
El miedo al rechazo y a la vergüenza en entornos sociales forma parte de la condición humana. Hemos heredado estos rasgos tan comunes de nuestros antepasados. En términos evolutivos, ser expulsado de la tribu habría sido equivalente a una sentencia de muerte; habría significado quedarse solo para valerse por sí mismo en condiciones muy duras. Siempre ha sido importante leer las señales sociales y encontrar la manera de hacer contribuciones significativas para asegurar la conexión con el grupo. Los humanos siempre han sido criaturas sociales con necesidad de sentirse aceptados, validados, protegidos y queridos.
A veces podemos sentirnos tan decididos a evitar el rechazo que llegamos a extremos para proteger nuestro ego. Podemos volvernos muy adeptos a culpar a los padres, a los profesores, al sistema… Podemos volvernos argumentativos y a la defensiva, sin querer escuchar. Puede que nos centremos tanto en preservar nuestra autoestima que corramos el riesgo de tomarnos los comentarios de los demás de forma demasiado personal. Puede que decidamos “ir a lo seguro” y que sólo intentemos cosas que estemos seguros de que nos llevarán al éxito. Desgraciadamente, todo esto significa que el miedo dirige el espectáculo y que la creatividad y el crecimiento se ven sofocados.